Todo el casco urbano está rodeado completamente por unas recias murallas que superan los 2.500 metros de longitud y que datan fundamentalmente de los siglos XIII y XIV, en que fueron reconstruidas sobre la base de las árabes, ya existentes en el siglo XI. Catorce Torres franquean el perímetro de la muralla, y es preciso para penetrar en el casco urbano atravesar alguna de las puertas medievales, de entre las que sobresalen por su belleza arquitectónica las de San Miguel, San Mateo y dels Estudis. La artesanía local posee una tradición que se remonta a varios siglos atrás. Desde el siglo 13 Morella fue dedicándose prioritariamente la industria textil y prácticamente no había casa en donde no existiera un telar. Los numerosos rebaños de ovejas suministraban a los artesanos una apreciadísima lana con la que se elaboraron todo tipo de prendas de abrigo, alfombras, mantas, etc. Gastronomía. La gastronomía morellana es francamente sabrosa guardando relación con el carácter Recio y fuerte de sus habitantes y con su riguroso clima (no hay que olvidar que la ciudad se halla casi a 1.000 m de altitud siendo frecuentes en invierno las nevadas). El cordero y el cerdo sobre todo en embutidos cecina y jamones que pueden adquirirse en las carnicerías y otras tiendas situadas cerca de la calle de Blasco de Aragón. Entre los postres destaca la colla especie de pasteles elaborados con brull o requesón.